Ya que estamos a un día de
celebrar Halloween, nada mejor que comenzarlo con una historia de terror, sobre
todo si es real.
Hace unos años estaban muy de
moda las películas de miedo, ya que se corrían rumores tras bambalinas
que cuando grababan ocurrían hechos inexplicables, los que eran confirmados por productores
y actores, es por esto comenzó a crecer la demanda de este tipo de films, sobre
todo en los jóvenes.
Una vez, un grupo de amigas decidieron juntarse en la casa de una de ellas para ver una maratón de
las mejores películas de miedo, la idea era quedarse toda la noche haciéndolo y
por supuesto generar un ambiente de terror para asustarse un poco. Como los
papás de la anfitriona no estaban, las niñas podían gritar todo lo que
quisieran (y beber), porque no iban a despertar a nadie, ya que además la casa
quedaba en el Cajón del Maipo, en un terreno muy amplio.
Comenzaron con un clásico, “Poltergeist”,
por la antigüedad de la filmación, cada vez que había un efecto especial todas
reían por lo falso que se veía, pero cuando comenzó la escena del televisor,
las carcajadas comenzaron a parecer más nerviosas que chistosas. Luego de un par
de películas, las risas se tornaban cada vez más nerviosas.
Aproximadamente a las 3 de la
mañana, terminaron de ver la última y ya no daban con el miedo, aun así todas
trataban de demostrar que la maratón no les había hecho ningún efecto, pero no
era verdad; luego de las películas, entre el miedo y la borrachera, quisieron
seguir con el ambiente y una de ellas, la típica amiga media rara, les propuso
realizar una tabla ouija para invocar algún espíritu que anduviera por ahí.
Entre broma y broma, el vaso que
centraron comenzó a moverse en círculo lo que hizo que todas sacaran el dedo,
lo que la niña esotérica denominó “centro de energía”, la dueña de casa comenzó
a sentir demasiado miedo, por lo que pidió que detuvieran la sesión.
A las 5 de la mañana, las chicas
comenzaron a quedarse dormidas, a las 6 ya no había nadie en pie. Estaba todo
muy tranquila, cuando el silencio de la noche se rompió abruptamente por los
ladridos del perro de la casa, ya que comenzó a ladrar muy fuerte, se ahogaba
de tanto gritar; ellas de un salto prendieron la luz para ver qué pasaba, por
supuesto que no había nada. Cuando ya estaba de vuelta en las camas, comenzaron
a sentir el crujidos, a lo que la más seria del grupo aludió rápidamente al
efecto de la madera que de deshincha con el frío y produce ruidos extraño.
Al día siguiente todas las niñas
volvieron a sus casa, una de ellas (la que me contó todo esto) comenzó a sentir
ruidos extraños todas las noches, no lo que vemos en películas, donde le tiran
los pies a la protagonista ni mucho menos, pero sí crujidos constantes, sobre todo en el comedor
de su casa. Los días siguieron así, hasta que decidió comentárselo a una de sus
amigas, de hecho a la que había prestado la casa anteriormente, para su
extrañeza, ella también había tenido los mismos problemas, incluso estaba con
un gran insomnio, ya que los ruidos no la dejaban conciliar el sueño. Luego de
mucho darle vueltas al asunto, decidieron hablar con la amiga rara para ver si
sabía que podía ser.
Después de explicarle todo, ella
tenía toda la explicación de lo ocurrido, “en el momento de que sacamos la mano
del vaso, el espíritu que estábamos invocando quedó en nuestro mundo y como
fuimos nosotras la que lo hicimos, ahora constantemente nos viene a visitar en
las noches”, un escalofrío recorrió los brazos de ambas, la seudoexperta
continúa diciéndoles que la única forma de que las dejara tranquila, era repetir
la sesión de espiritismo y devolverlo a donde pertenece.
Una semana después, las tres
amigas se juntaron en la casa del Cajón del Maipo para terminar lo que habían
empezado; luego de intentar varias veces, no consiguieron nada, por lo que decidieron
irse a dormir, como estaba las tres juntas el miedo fue mucho menor. En la
madrugada se despertaron por los famosos crujidos, la muchacha que sabía del
tema comenzó a hablar con la oscuridad, de una forma grosera comenzó a ofender
a un supuesto ente que se encontraba en la habitación, luego de varios minutos
de gritos como “ándate conchade..”, se sintió un fuerte golpe en el ventanal,
lo que incluso llevó a que se trizara, lentamente la joven se da vuelta con su
cara completamente empapada en sudor, y le dice a sus amigas “se fue”.
Después de esa noche, las amigas dejaron
de sentir ruidos por la noche, pero nunca volvieron a dormir tranquilas, porque
sabían que jamás volverían a estar solas.
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